Siempre he hecho fotografía, privilegiando los retratos. La humanidad, en todas sus formas, siempre me ha fascinado mucho. Hace unos 10 años, tras una separación traumática, comencé instintivamente a buscar modelos para fotografiar que, como yo, quisieran expresar su dolor, para adquirir una conciencia completa.

Quería convertir mi dolor en uno universal. Fue’  así nació la colección "cuento de un tejido humano" que podéis ver aquí.

Me acerqué, y paradójicamente sin conciencia, a lo que hoy se ha convertido, junto a la fotografía clásica, en mi principal actividad de estudio, aplicación y exploración: la fotografía terapéutica. La especialización en fotografía terapéutica y participativa conseguida en el  Instituto 8 de Barcelona me proporcionó entonces todas las herramientas necesarias para poder acompañar de la mano, y no en un ámbito clínico, a quien quiere "viajar" dentro de sí mismos.

La fotografía terapéutica utiliza la imagen como medio de expresión y comunicación. Gracias a su capacidad de relacionarse con el tiempo y el espacio, nos permite conocer, reflexionar, intuir y expresar nuestros sentimientos y emociones más profundos de forma más directa que las palabras. De esta forma, a través de imágenes, hacemos más visible lo invisible.

Facilita 'la expresividad verbal, fomenta la expresión y la creatividad, permite compartir emociones, aumenta la comunicación entre cliente y facilitador promoviendo, además del autoconocimiento, nuevos puntos de vista, nuevas visiones de nosotros y del mundo en el que vivimos.

El lenguaje fotográfico es, por tanto, un proceso que empezando de una observación de lo que está fuera de nosotros, la realidad objetiva, llega a lo que está dentro de nosotros, al mundo subjetivo para arrojar luz y eventualmente promover cambios positivos.